Claro, lo dice el mismo tipo que hace meses se saca selfies con Javier Milei y firmó el Pacto de Mayo como un nene obediente, pero ahora finge indignación cuando ve que Tucumán se desangra en pobreza, cierre de fábricas y despidos.

Jaldo juega a ser “dialoguista”, pero su provincia arde: el desempleo crece, las PyMEs se funden, la obra pública está congelada y los hospitales no dan abasto. ¿Y ahora quiere enseñarle a Milei cómo gobernar? Es como que un pirómano le dé clases de seguridad a los bomberos.

Mientras tanto, en lugar de resolver algo, el tucumano se dedica a pasear por Buenos Aires para pedir lo que no supo defender en casa. Y tiene el tupé de hablar de “colaboración” entre Nación y provincias, cuando en Tucumán no colaboran ni para tapar pozos o poner médicos en las guardias.

En resumen: Osvaldo Jaldo es el ejemplo perfecto del político argentino que quiere quedar bien con todos y termina siendo un inútil para todos. Firma pactos que no entiende, se pelea por Twitter y va a rogar a Casa Rosada por limosnas.