Panorama Político de Tucumán
Elecciones 2023

La peor noticia para Jaldo y Manzur: la oposición se unió y suenan las alarmas en Casa de Gobierno

El vicegobernador Osvaldo Jaldo y el mandatario provincial Juan Manzur. (Dibujo: NOVA)

La sonrisa permanente (y forzada) que ensaya Osvaldo Jaldo, vicegobernador Tucumán, comenzó a desdibujarse en los últimos días. La presión de dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio logró sacudir las podridas estructuras que soportan en el poder al enquistado peronismo local.

Finalmente, Roberto Sánchez y Germán Alfaro, limaron asperezas y encabezarán la fórmula que enfrentará a Jaldo y Juan Manzur el próximo 14 de mayo.

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Un acuerdo que deberá enfrentar a los responsables de la delicada situación que atraviesa la provincia. Hablamos de un territorio que soporta el mandato de gobiernos de un mismo signo político desde hace 40 años (con excepción de los 4 años de gestión de Antonio Domingo Bussi). Cuatro décadas bajo el yugo del peronismo-kirchnerismo que llevaron a Tucumán a tener uno de los peores índices socioeconómicos del país.

La dupla de Jaldo y Manzur, claro está, es inherente a estas históricas postraciones. En una provincia administrada como un feudo, la consolidación de una fórmula opositora competitiva, generó un temblor en el sillón de Lucas Córdoba. La primera reacción de Jaldo fue repudiar mediáticamente, al borde de los insultos, a la unión opositora.

Era mucho pedirle al vicegobernador algo de mesura para disimular su temor. Menos inquieto se muestra Juan Manzur, en su regreso a la gobernación, luego de unas largas de sus vacaciones como jefe de Gabinete de la Nación. Otro de los aciertos de Cristina Kirchner a la hora de designar cargos.

Repasemos, a modo de ejemplo, algunos de los logros de Jaldo y Manzur (gobernador desde 2015 y anteriormente vicegobernador de José Alperovich, hoy procesado por abuso sexual a su sobrina). Sin eufemismos: Tucumán es una fábrica de pobres. Más del 43 por ciento de la población urbana del Gran Tucumán - Tafí Viejo sobrevive en este estado.

De acuerdo con los datos oficiales, un 20 por ciento de los vecinos del área metropolitana vive cerca de un basural y no tiene chance alguna de conseguir la mitad de los ingresos que se requieren, mensualmente, para no ser considerados pobres.

Otro dato: esta misma zona es el aglomerado urbano de la Argentina que lidera el ranking nacional de personas que buscan desesperadamente otro ingreso para poder sobrevivir debido a que Tucumán tiene uno de los promedios salariales más bajos del país.

Ante esto, el oficialismo tendrá el mayor desafío electoral que se recuerde en su ambición por continuar empobreciendo Tucumán. El diputado nacional Roberto Sánchez, de origen radical, tiene una alta imagen positiva en la provincia tras una buena gestión como intendente de Concepción, la segunda ciudad en importancia en este territorio.

Lo secundará un enemigo acérrimo de Jaldo: Germán Alfaro, de pasado justicialista y hoy ligado a Juntos por el Cambio. Al actual intendente de San Miguel de Tucumán se le hizo costumbre derrotar al peronismo en las últimas elecciones. Jaldo tiene de qué preocuparse.

Semejante desafío tendrá un alto costo para los tucumanos: implicará redoblar el despilfarro de fondos públicos destinados al clientelismo. Una maniobra tan vieja como práctica para el oficialismo que ya comenzó a ponerse en marcha a dos meses de las elecciones.

No es de extrañar alguna ayuda de la Nación para tal fin y el millonario desvío de fondos desde la Legislatura provincial (una de las más onerosas del país) para reclutar punteros políticos, colchones y bolsones de alimentos. Mantener el hambre siempre fue funcional al gobierno tucumano. Y Jaldo lo sabe.

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