Panorama Político de Tucumán
Post elecciones

Jaldo, el desafío de gobernar un territorio que hace agua por todos lados

El gobernador tucumano electo Osvaldo Jaldo. (Dibujo: NOVA)

No hay nada que Osvaldo Jaldo no sepa de la realidad tucumana ni tampoco carece de responsabilidad por esta situación. Fue gobernador interinamente de la provincia durante los, aproximadamente, 500 días mientras Juan Manzur esbozaba ser el jefe de Gabinete de Alberto Fernández, por orden de Cristina Fernández de Kirchner.

Exige una importante cuota de optimismo esperanzarse por algún cambio cualitativo en la provincia una vez que Jaldo asuma la gobernación, el 29 de octubre próximo. Poco cambió como presidente de la Legislatura y nada aportó cuando estuvo a cargo del Poder Ejecutivo.

Dos aspectos centrales tendrá Jaldo sobre la mesa una vez en el poder. Uno es la inseguridad que pone a Tucumán como uno de los territorios con peores índices en el país en este rubro. Otro, que se cocinará a fuego lento, y cuyo desenlace hoy es impredecible, será la lucha interna de poder con el magullado Juan Manzur. Una disputa de vieja data que puso en la gobernabilidad de la provincia en el límite.

Según datos oficiales, los cuales, se presume, están muy lejos de la realidad, en Tucumán se registran 95 robos por día. Casi un 10 por ciento más que el año pasado. Si este número ya asusta, ni imaginar si se conociese una estadística más precisa de la ola delictiva que sufren los tucumanos.

La gestión Manzur hizo agua por todos lados y la inseguridad fue uno de los puntos más flojos de su mandato. En el primer semestre del año, oficialmente hubo 50 asesinatos en la provincia, un 40 por ciento más que 2022. Números poco auspiciosos para quien estuvo a punto de ser candidato a vicepresidente de la Nación.

Justamente, ese desplazamiento que sufrió Manzur, tanto como vicegobernador de Jaldo y como candidato a secundar a Eduardo “Wado” de Pedro en una fórmula presidencial, deja al actual mandatario en una situación que lo obliga a reconstruir poder. Si bien, todo indica que asumirá en el Senado de la Nación en reemplazo de Pablo Yedlin (encabeza la lista para Diputados en las próximas elecciones), es un cargo con gusto a poco.

La incógnita que surge y los que muchos ven venir es que, tarde o temprano, la necesidad de empoderamiento de Manzur chocará con Jaldo. Ya sucedió antes y se teme que la disputa se repita. Cuando asuma el monterizo, varios ministros manzuristas deberán buscarse un nuevo futuro. Nunca fue simpático ser desplazado de un cargo por una identificación política determinada. Ambos líderes provinciales ante las cámaras demuestran un vínculo armonioso por lo que se espera que la transición y el cambio de figuras sea lo menos traumático posible. Muchos mascarán bronca en silencio.

Se augura un mandato que, pese a no mostrarse auspicioso, tenga algo más de dinamismo que el de Manzur. En rigor, con muy poco, el nuevo gobierno debería exponer cierto nivel de gestión el cual hoy brilla por su ausencia en la provincia. Exactamente las mismas críticas que aún resuenan en los pasillos de Casa Rosada sobre la aventura manzurista cuando jefe de ministros.

Clave será el rol que tendrá Jaldo con el futuro nuevo presidente de la Nación. La necesidad de obras públicas que motoricen la golpeada economía provincial será vital. El interrogante clave que se deposita sobre el mandatario es quién será el nuevo líder nacional.

Por las dudas, Jaldo ya comenzó a aceitar su vínculo con Sergio Massa. Ningún respaldo es gratis. Cuando se voten los cinco diputados tucumanos que irán a la Nación, desde el Ministerio de Economía se tendrá en cuenta el compromiso electoral de cada provincia. Por eso, el futuro gobernador de Tucumán tendrá el desafío de repetir una elección avasallante para tener con qué negociar en la Nación. Muy distinto será su porvenir si la oposición gana la presidencia de la Nación.

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