Panorama Político de Tucumán
La transición

El dilema de Jaldo: la herencia de Manzur y el nuevo gabinete

No le será nada fácil a Osvaldo Jaldo asumir con una provincia endeudada y la posibilidad de tener en el Gobierno nacional al libertario Javier Milei que amenaza con recortar fondos coparticipables. (Dibujo: NOVA)

No le serán fáciles los primeros meses de gestión como gobernador a Osvaldo Jaldo. Hay muchos frentes abiertos que el futuro mandatario deberá enfrentar de cara a sus próximos cuatro años a cargo del Poder Ejecutivo provincial.

Una de las cuestiones más apremiantes es la enorme deuda con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial. Se estima que el pasivo ronda los 22.000 millones de pesos y obligará al Gobierno a desembolsar, cada mes, unos 5.000 millones de pesos. Alerta naranja para Jaldo quien deberá reprogramar estos vencimientos si quiere equilibrar las cuentas provinciales. Más aún si se tiene en cuenta que este compromiso representa el 64 por ciento del endeudamiento consolidado de la provincia.

Esta problemática está netamente vinculada a otro dolor de cabeza que tendrá el próximo Gobierno: la enorme y costosa masa salarial que implican los empleados estatales. Con una inflación anualizada de tres dígitos y paritarias reclamando actualización de remuneraciones en forma constante, será todo un desafío evitar la conflictividad social. Con semejante deuda, ¿cómo se las arreglará el PE para sostener los sucesivos aumentos de salario que reclamen los agentes estatales? Un contexto macroeconómico con olor a hiperinflación y más de 110 mil empleados públicos demandando cobrar, a través de los gremios, al mismo ritmo que la imparable suba de precios. Oscuro por donde se lo vea.

Ante esto, todos los caminos llevan al mismo destino: el ajuste. Y aquí se destapará otro dolor de cabeza para Jaldo. Se sabe que, una vez que asuma, el próximo 29 de octubre, se viene una sensible reestructuración en el Gobierno. Fusión y desaparición de ministerios y secretarías y el achique de la planta estatal, serán parte de las antipáticas medidas que se deberán tomar. La tensión que esto implicará tiene todo un trasfondo político. Hasta ahora, la transición de poder entre Juan Manzur y Jaldo fue pacífica. Lejos quedaron los insultos públicos cuando se disputaron el control en la provincia. Tras esas diferencias, la convivencia fue calma pese a la permanente lucha de espacios de poder. ¿Se atreverá Jaldo, en su reestructuración, a desplazar a funcionarios identificados con Manzur?

Será interesante, en todo este contexto, el rol que ocupará Manzur, en la nueva gestión de Gobierno. En paralelo, las gestiones para formar parte de un posible gabinete de Sergio Massa son permanentes.

Manzur siempre tuvo la habilidad de saber “venderse” en Buenos Aires. Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, por ejemplo, supieron convocarlo para regir ministerios de la Nación. Un talento al que Manzur deberá apelar, nuevamente, para poder seguir en el ruedo. Haber quedado afuera de la fórmula de gobierno provincial, (por un fallo de la Corte Suprema), y nacional (tras ser desplazado por el propio Massa) dejaron muy tocado al gobernador saliente a quien no le queda otra que reinventarse.

Por todo lo mencionado, Jaldo prende velas para que la futura gobernabilidad no se complique aún más. Para el tranqueño, un triunfo de Javier Milei sería un fuerte mazazo que afectará a su gestión. Más allá de lo rimbombante que pretende ser el candidato de La Libertad Avanza con su plan “motosierra”, el grifo que habilita fondos a las provincias se verá seriamente sacudido si el libertario accede a Casa Rosada.

Si a esto se le suma otra de las promesas de campaña de Milei, de retocar los impuestos coparticipables, el pronóstico es poco alentador. Por eso, es oportuno recordar cómo el actual diputado nacional apoyó las medidas populistas de Massa en plena campaña. En concreto, la eliminación del 21 por ciento en el IVA para los alimentos y la quita del impuestos a la ganancias para la cuarta categoría fueron un sacudón para las provincias porque estos tributos afectan directamente la coparticipación.

Entre la espada y la pared, Jaldo deberá ajustar procurando paz social y sin margen de arañar el dinero de los tucumanos con nuevos impuestos. Tantos años de despilfarro tienen un precio.

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