“El Gobernador expresó su apoyo a las fuerzas federales y provinciales”, repitió el ministro de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa, como si eso fuese una novedad. Y enseguida se apuró a mostrar la factura: 110 millones de pesos invertidos —según él— en reparaciones de equipos y compra de reactivos para detectar drogas. Una inversión que suena a mucho, pero que en la práctica no evita ni el robo del celular en la esquina.

Como si la presencia de Gendarmería y la Policía Federal no alcanzara, Jaldo decidió también sumar vacunas y asistencia médica para los efectivos, cortesía del Ministerio de Salud. Porque nada dice “mano dura” como una buena campaña de vacunación.

El operativo estrella, claro, sigue siendo el famoso “Lapacho”, lanzado en 2022 y nombrado tantas veces como si fuese una política revolucionaria. ¿Resultados concretos? Eso quedó para otro capítulo. Por lo pronto, el ministro aseguró que la relación con las fuerzas “es muy buena”, y que incluso se invirtió en una escuela de capacitación. Todo muy edificante.

El legislador Carlos Najar, siempre listo para aplaudir, calificó el encuentro como “altamente fructífero” y aprovechó para felicitar al Gobernador por “escuchar a las fuerzas nacionales”. Lo que no queda claro es si, mientras las escucha, alguien está escuchando a los tucumanos que siguen esperando que la seguridad se note más en la calle que en las gacetillas de prensa.